El asesino
Rosa Del Ángel dijo que aquel domingo 29 de junio de 2008 lo recuerda como si acabara de pasar, porque después de haber recibido una llamada desde Atlanta de su hermano Jorge, éste le advirtió que su hijo Gastón había muerto de manera trágica, sin darle detalles del suceso, pero advirtiéndole que lo habían baleado.
“Estaba
alistándome para ir a mi iglesia y aun así no dejé de ir, cuando llegué al
altar me postré de rodillas y le dije Señor aquí estoy, en medio de mi dolor yo
vengo a alabarte…y lloré amargamente” dijo la mujer ahora de 57 años natural y
resiente en Ciudad Valles en el estado de San Luis Potosí en México.
Gastón
González Del Ángel tenía 18 años cuando por primera vez decidió que quería
venirse a Estados Unidos para tener un mejor futuro económico, ayudar a sus
padres y más tarde regresar y hacer una vida normal al lado de sus familiares, así
es como lo recuerda su madre.
De
no haber sido por la fatalidad, este próximo de abril de 2012, cumpliera 28
años. “Era apenas un niño cuando se fue la primera vez lleno de ilusiones…”, relató su madre.
¿Quién
le arrebató la vida a Gastón?
Haber estado dos
semanas sin trabajo, fue lo que condujo a los primos, Rolando Rivera, Jorge Del
Ángel y Gastón González, a aceptar uno que distaba a casi hora y media desde su
casa en Norcross, hasta un paraje solitario en Moreland al sur de Newnan en el
condado de Coweta, donde los esperaba la desgracia.
Rolando y Jorge
cuentan que en su labor de “finisheros”, llegaron hasta una construcción donde se
levantaban dos casas nuevas y su trabajo era finalizar el sheetrock, labores
que desempeñaron durante todo el viernes 27 de junio de 2009, hasta cuando cayó
la noche.
De acuerdo a
Jorge Del Ángel, ellos decidieron quedarse en la construcción pasando la noche para
levantarse temprano y terminar la última casa, fue así como los tres hombres se
subieron a su “troca” y pretendían dormir, cuando vieron que una camioneta Ranger,
entró al predio, se aproximó a ellos y dos hombres que hasta ese momento no
identificaban se dirigieron a ellos.
“Los dos hombres
llegaron, uno de ellos con ropa militar y un rifle, nos mandaron a bajar del
carro y nos ordenaron que nos tiráramos al suelo con las manos en la cabeza”
Del Ángel
recuerda que su primo Gastón no entendía mucho las órdenes del hombre que los estaba
intimidando en ese momento con un rifle, mientras otro los alumbraba con una
linterna, por eso decidió explicarle en español lo que tenía que hacer.
“Le dije a
Gastón que se acostara boca abajo y cuando lo hizo, el hombre que nos apuntaba
con el rifle descargó el arma contra mi primo”.
“Un
buen hombre” fue el asesino
En medio de la
confusión, Jorge Del Ángel, llamó al contratista David Sims, para contarle lo ocurrido
y éste de inmediato se dio a la tarea de averiguar lo sucedido, hasta que la
policía de Coweta confirmó que quien había descargado su arma contra la humanidad
del joven mexicano, no era otro que el mismo
constructor de las casas donde ellos estaban trabajando.
Richard
Jason Veitch de 28 años en ese entonces, junto con su abuelo al que la policía nunca
arrestó, ni identificó, ni levantó cargos contra él, fueron los autores del
crimen, no obstante que ambos son reconocidos en su comunidad como personas de bien
y ministros de una congregación religiosa.
Mike
Yeager, jefe de policía de Coweta, advirtió en ese entonces, que poco antes de
asesinar a Gastón, Richard Veitch le había llamado a preguntar, si él podía disparar
contra alguien que se encontrara en su propiedad robando.
“Por
supuesto que le dijimos que él no podía hacer eso”, narró el oficial,
desconcertado por la forma como el Veitch había actuado.
Veitch, no estuvo ni una noche en la cárcel
De las 5 cuentas
por la que Veitch debió responder: 1
por asesinato en primer grado, 3 cargos por asalto agravado y una por posesión
de arma de fuego en la comisión de un crimen, de acuerdo al expediente de la
Corte de Coweta, con el que se inició el juicio el 13 de abril de 2009, ninguna
de estas fue suficiente para que “el buen hombre”, pagara por lo menos un día
de cárcel.
El
jurado que deliberó durante tres días, dictaminó que Veitch no había sido
culpable de la muerte del joven Gastón González, ni del ataque agravado al
difunto y a sus dos primos y el otro cargo de portar un arma para cometer un
crimen también fue desestimado.
La
noche que Veitch asesinó al mexicano, portaba una escopeta calibre 12 y una
pistola calibre 22, además de municiones adicionales para cada arma, el hombre
también portaba un bolso con lazos plásticos que había comprado esa misma noche.
Aun
así, la defensa durante el juicio afirmó que Veitch había actuado dentro de la
ley y no había cometido ningún crimen, puesto que él sentía que había una
amenaza para la vida de él y la de su abuelo que lo acompañaba, y que la víctima
“podía haber sido un mexicano ilegal”.
“Se
atropelló la vida de un jovencito que solo tenía sueños, pero yo no le guardo
rencor al asesino de mi hijo”, dijo la madre
adolorida y sola en ese tiempo…
En
Atlanta, por este caso que tiene mucho parecido con el del joven Trayvon Martin
en Florida, no se movió ni la hoja de un árbol, nadie dijo nada, nadie reclamó
justicia para nadie, nadie organizó nada, el consulado de México se limitó a “atender”
a los familiares a “sugerirle” algunos abogados y a guardar silencio como el
resto de cómplices que decidieron permitir que un hombre blanco cegara la vida
de otro sin reclamar justicia, solo porque el muerto, era un “illegal mexican”,
como lo repitieron varias veces, el fiscal del caso, el abogado del asesino y
los periódicos de Coweta….