Tuesday, October 30, 2012

Mi voto de rechazo…

Indiscutiblemente mi candidato para obtener mi voto en las elecciones presidenciales es Jaime Pérez, apenas tiene 15 años, sus padres lo trajeron desde Oaxaca México a los 8 años, vive en la ciudad de Lenox y quiere ser piloto, es menudo, su propuesta sobre cómo mejorar la economía y crear empleos no es muy clara, porque ahora solo está interesado en terminar sus estudios secundarios y poder ir a la universidad algún día…si lo dejan.

Jaime no tiene en su voz la fuerza de quien se atreve a mentirle de manera abierta a 300 millones de personas y pensar que todos quedaron convencidos, a penas si entiende que no haber nacido aquí ya comenzó a acarrearle problemas, cuando sus padres justamente lo trajeron fue para evitárselos allá donde nació. Pero es mi candidato fuerte.

Otro de mis candidatos para equilibrar la balanza por lo de la equidad de género, es Jasmín Ramírez Labarriaga, es una adolescente con cara de ternura que tiene entre ceja y ceja ser investigadora privada y algún día trabajar para la Agencia Central de Inteligencia—CIA-, la trajeron al país a los 5 años, ahora tiene 16 y la incertidumbre de no sentirse querida en un país que ella considera como suyo, porque no ha conocido otro, sino éste en el que ha vivido más de la mitad de su vida.

Pero también tengo otros candidatos por los que, ejercer mi derecho constitucional será más que depositar mi voto por alguien a quien considero idóneo o por lo menos apropiado para manejar este país, mi voto va más conducido por el corazón que por la razón y más aproximado al desespero del último recurso que a la certidumbre de un mejor mañana.

Paula de Lima, esa chica a la que por poco le toca recibir su grado desde una cárcel sin ser una criminal, es otra de mis candidatas, y lo son los hermanos Freiman y Zuleima, dos jóvenes de origen Maya que dejaron Guatemala cuando, como dice la Biblia, aun no sabían distinguir entre su mano derecha y su mano izquierda; también son mis candidatos, Rolando Zenteno, quien sueña con ser periodista y para no ampliar más mi abanico de posibilidades, cuento entre ellos a Estela Martínez, Dulce Guerrero, Gina Sánchez y todo ese puñado de soñadores que nos han revivido las ganas de volver a soñar con esa tierra con la que soñó Martin Luther King, donde las personas fueran juzgadas por la entereza de su carácter y no por el color de su piel.

Pero para completar mi abanico de candidatos por los cuales depositar mi voto, está Idalia Escobar, la viuda de Roberto Medina Martínez, el hombre que entró vivo a la cárcel de Stewart para ser deportado a México y de ahí salió sin vida, sin mayores explicaciones, Idalia es mi última opción, aunque ella representa a esas viudas y madres de huérfanos de un sistema que ha dejado de lado la piedad y la justicia y se ha encaminado por la intolerancia y el odio que hoy sufren millones de familias latinas en Estados Unidos. Por la muerte de Roberto, el hombre que compartió sus últimos años con Idalia, el gobierno federal le ofreció, mil 600 dólares a su hijo de 8 años, para que la mujer guardara silencio, se comprometiera a no hablar más con la prensa del caso y para que su hijo viviera cómodamente por el resto de sus días con menos de 2 mil dólares.

Esos son mis candidatos, porque el primero, Obama, Demócrata, el que ejerce la presidencia, no cumplió su principal promesa a la comunidad latina y en cambio se burló reiteradamente de ella y fue más allá, se convirtió en el presidente que más personas ha deportado, que más familias ha roto, que más huérfanos sin padre ha generado, que más viudas con esposos ha propiciado, que más lágrimas ha hecho derramar a los desamparados, que más represión a través de los programas 287 (g) y Comunidades Seguras ha propagado. Podríamos decir que, en su calidad de hombre negro de origen inmigrante, de clase media, de haber padecido en carne propia la falta de seguro de salud y de vivir de cerca el fenómeno de la inmigración ilegal, hubiera encontrado en los inmigrantes su propia forma de desquitarse con la vida.

Obama, no representa mis intereses económicos, porque ha maltratado a mi comunidad y durante su administración no solo se despojó al mayor número de familias de sus casas, sino que más familias se rompieron por las deportaciones, mientras el dinero se le daba a los bancos que muy poco hicieron para rescatar las propiedades mientras ellos se guardaban el dinero en los bolsillos.

Tampoco representa mis creencias, porque aun no estoy seguro de que no sea musulmán, y si lo es, su dios no es mi Dios  y eso nos distancia, pero también sus posturas liberales incentivan políticas que van en contra de lo que, incluso la naturaleza ha establecido, pasando la raya de lo inmoral, pero debo reconocer que no lo ha hecho a escondidas y que tiene sus argumentos para hacerlo. Yo no los comparto.

Reconozco que cuando llegó al poder encontró un país descuadernado en todos los sentidos, sumergido en dos guerras estúpidas en las que nunca debieron involucrarlo, y heredó de su antecesor el presidente Republicano George Bush una economía en ruinas, luego de mostrar superávit durante la administración del Demócrata Bill Clinton. Hay quienes quieren negar esto, pero hay también quienes quieren negar que el sol existe, de esos encontrará uno por todas partes. Obama, no es el tipo de hombre por el que yo votaría para estrenarme como nuevo elector en Los Estados Unidos.

Por otro lado tengo la opción de Mitt Romney, Republicano, de clase alta, no conoce las carencias, es el típico hombre arrogante multimillonario que no puede hablar de lo que no ha sufrido, que se llevó cientos de miles de trabajos para la China a través empresas que compraba, recuperaba y luego vendía. Un negocio honesto, sí, pero exterminador de empleos en su país de los que viven las clases media y baja a las que les quitó el pan de la boca por su ambición desmedida. Algunos le llaman un visionario hombre de negocios, otros un rico más de los que no tienen el menor empacho de pasar por encima de sus propias conciencias, si de conseguir dinero se trata.

Romney cuando fue gobernador de Massachusetts, impulsó un plan de reforma de salud, del que el presidente Obama tomó base para hacer uno nacional, pero ahora cuando es candidato a la  presidencia ha prometido quitarlo desde el primer día que se siente en el sillón presidencial de la Casa Blanca, si es que llega a ganar. Contradictorio y deshonesto, también ha prometido no aumentarle los tributos a los ricos, porque después a él mismo le tocará pagar más dinero y se ha negado a mostrar las declaraciones de impuestos de los últimos 12 años, como su propio padre lo hizo, siendo el generador de esa costumbre en las campañas presidenciales.

Romney, junto a la plataforma republicana y las bases del Tea Party que lo apoyan, ha prometido hacerle la vida tan miserable a los inmigrantes sin documentos, que el único camino que podrían tomar sería el de auto deportarse, o hacer como hacen los trabajadores de las factorías chinas que él tanto conoce, que desesperados por el stress de las largas y agotadoras jornadas laborales entran en un inexplicable desespero y se suicidan tirándose por las ventanas de los galpones donde se encuentran hacinados. Romney ha apoyado las leyes anti inmigrantes de Arizona y de otros estados, ha insultado a los inmigrantes tratándolos de limosneros, y se ha mostrado abiertamente en contra de una reforma compresiva e integral a las leyes de inmigración. Junto a las bases de su partido, criticó y dijo que vetaría la Acción Diferida para los Jóvenes que da un alivio a quienes no decidieron venir al país por su propia cuenta sino que fueron traídos por sus padres, en fin, si fuera por todo lo que dijo durante su postulación a la candidatura republicana, hasta podríamos decir que ese marcado odio por los latinos, no tiene otra razón que considerarnos como gente inferior que merece ser tratada como ratas, pero científicamente no tengo forma de demostrarlo.

Romney, tampoco es cristiano, pertenece a una secta en la que la figura principal de su culto no es Jesús, no obstante que se llame “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días”, si su dios no es mi Dios, estamos lo mismo que con Obama, entonces no entiendo porque quienes se llaman “cristianos”, dicen que es una mejor opción moral, si sus principios no son bíblicos y su libro mormón rompe con esa ordenanza bíblica de que a la Palabra no se le debe ni quitar ni añadir ni una jota. El que en algunas iglesias se quiera hacer ver que este hombre representa los verdaderos principios del cristianismo no quiere decir que lo sea y menos que sea el redentor de Los Estados Unidos, solo basta leer Jeremías 17: “5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. 6 Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

Por lo tanto ni Obama es el anticristo, ni Romney es el mesías. Como cristiano si tuviera que escoger por mis principios, no escogería a ninguno porque bíblicamente “no hay bueno sino Uno…”, pero esto no se trata de escoger un pastor, sino de elegir un presidente, y ambos pertenecen a la misma cuerda. Si tuviera que escoger entre los dos por lo que proponen, ninguno de los dos sacará al país de donde está ahora, y si tuviera que escoger por lo que han dicho sabiendo que no lo podrán cumplir, los dos tendrían que irse al carajo!

Pero los sueños de Jaime de ser piloto, o los de Jasmín de ser investigadora privada, merecen ser tenidos en cuenta, y Romney junto a la mayoría de los líderes de su partido Republicano, no han hecho otra cosa que mostrarles su desprecio, su odio y su deseo de que ellos junto a sus padres sean expulsados del país donde han dejado los mejores años de su vida, en todos los estados donde los republicanos gobiernan, como en Georgia, ese desprecio se ha esparcido por todos los rincones y esa hiel de amargura hoy invade a muchos corazones que por un lado “alaban” a Dios los domingos en sus iglesias y los lunes legislan para destruir al prójimo, como lo hace un David Casas, un Nathan Deal o un Mitt Romney, solo por poner unos ejemplos.

Mis candidatos, no me fallarán, y aunque ninguno de ellos se haya inscrito, haya hecho campaña o vaya a aparecer en las opciones electorales yo he decidido votar por ellos, porque sospecho que en el futuro de ellos está el futuro del país al que he aceptado como mi segunda patria, y porque estoy seguro que a pesar de las promesas no cumplidas de Obama y de su aspecto de musulmán, no ha llegado a destilar desprecio hacia mi gente, lo que sí ha hecho Romney y la mayoría de quienes le siguen y apoyan. Si fuera por los dos personajes en mención, yo no me tomara el trabajo de elegir porque los dos no me representan, ni los dos alcanzan si quiera a alentar mis expectativas.

Si he decidido, luego de una larga indecisión y sentimiento de ira, votar por Obama, no es porque se merezca mi voto, no es porque apruebe sus políticas liberales del aborto o incluir parejas del mismo sexo en la reforma migratoria como ya lo intentaron hacer en el fallido proyecto del año 2010, o porque me haya comido el cuento de que, no tuvo el apoyo de los republicanos para cumplir su promesa a los latinos, cuando tuvo senado y cámara a su favor por ser de su partido y le valió madre mi comunidad, tampoco creo que no haya podido suspender los aberrantes programas de deportaciones masivas que propician el perfil racial y la intolerancia…No, definitivamente este hombre no se merece mi voto, pero como he tenido que escoger, entre él y Romney que ha prometido hacer cosas peores desde el primer día que llegue a la Casa Blanca, no me queda otra opción que hacer uso de mi voto para rechazarlo y hacer uso de mi libertad de expresión para repudiar la intolerancia y la falta de respeto con que él y la mayoría de los republicanos, han querido truncarle los sueños a mis principales candidatos…por eso he depositado tempranamente y sin demora, mi voto por Barack Obama y que el Dios de Israel, bendiga a Los Estados Unidos de América!

Monday, October 15, 2012

EL SISTEMA POLITICO MEXICANO, ASCENSO Y DECADENCIA

Por: Rafael Navarro González

INTRODUCCION:
Empecemos por definir la materia fundamental de este ensayo al adentrarnos a los términos que se han dado por válidos en la definición el concepto central que nos ocupa; el Sistema Político y en esto vale la pena remitirnos a dos de los más célebres estudiosos del fenómeno, Robert Dahl y David Easton, para el primero, un Sistema Político “es cualquier modelo persistente de relaciones humanas que implique, en una extensión significativa, poder, mando o autoridad”.

A su concepto le asigna una serie de características sobre las cuales debe intervenir, entre ellas: el control irregular de los recursos políticos, la búsqueda de la influencia política; la desigual distribución de la influencia política; la persecución y resolución de objetivos en          conflicto donde el gobierno es el árbitro; el desarrollo de una ideología y la  inevitabilidad del cambio, es decir, que finalmente ningún sistema político puede, por todas esas variantes, ser estático.

Por su parte David Easton define como Sistema Político, a todas aquellas interacciones por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en una sociedad y son precisamente esas características las que lo distinguen de otros sistemas, llevándonos a generar valores de autoridad y funcionalidad en un ambiente específico, generando a su vez cohesión y estabilidad colectiva.

EL SISTEMA POLITICO PARA EL MEXICO POLITICO

Parafraseando a Dahl, México como cualquier otro Estado se inclinó por asumir un tipo de relaciones humanas guidado por la necesidad de preservar el poder, la unidad y la autoridad en su territorio, capoteando como lo han hecho todas las sociedades civilizadas, cada uno de los factores internos o externos que le amenazaran y ajustando a su vez, cada que era necesario los hijos que se deshilvanaban, antes de que pudiera ocurrir lo impensable. Esa es una de las tareas que cumple cada sistema político al momento de mantener la cohesión social. 

Pero vale entonces aventurarse a preguntarnos, si el sistema político que asumió México desde la post revolución mexicana hasta nuestros días, fue el adecuado o por el contrario, qué hubiera ocurrido si se hubiera inclinado por uno más liberal e incluyente, dadas las circunstancias que se movían alrededor de la vida cotidiana del continente afectado por las corrientes externas que lograron hacer mella en otros países de su misma edad republicana.

¿Benefició el sistema político mexicano a los mexicanos y a México?, por lo que hemos podido estudiar sí, y no, pero esa respuesta es facilista y hasta cierto punto ambigua, todos los procesos tienen sus dos lados, positivos y negativos, valdría mejor preguntarnos si fue más bueno que malo, o pudo haber sido mejor. En la medida en que transcurramos en el tema podremos darnos algunas explicaciones en las que, saldrán a la luz aspectos muy positivos a los que el México de la post revolución y el de la modernidad se vio enfrentado, de igual modo no faltará vislumbrar lo negativo dependiendo del cristal con que se observe.

Podremos decir desde ahora que el Viejo sistema político mexicano estuvo plagado de errores, que solo sirvió a sus propios intereses, que nunca tuvo la intención de diversificarse o por lo menos de darle oportunidad a otras corrientes de pensamiento, y todo eso es cierto, pero no es menos cierto que en su momento logró esa cohesión social que el país requería para desarrollarse, podríamos especular incluso, que quienes tuvieron la visión de prosperar fuera del sistema lo hicieron, y quienes solo se conformaron con recibir del mismo lo que les ofrecía se estancaron.

Pero hay mucho más por decir de este modelo que logró superar varios episodios históricos que a nivel continental tuvieron otro desarrollo, sin decir que fueron buenos o malos, pero de los cuales todavía se viven algunas influencias, como el caso de Chile con su protagonismo económico o el de Colombia con una guerrilla endémica que abrió los ojos cuando México conjuraba sus propios conatos de surgimiento.

Si nos atenemos a lo que aconteció durante y después del gobierno cardenista, tenemos un panorama más amplio desde el cual vislumbrar como el pacto social surgido a la par de la fundación del Partido de la Revolución Mexicana, surtió sus efectos en su momento, si tenemos en cuenta lo que expone Easton, cuando define al sistema político como el conjunto de variables independientemente del grado de relación existente entre ellas, un buen ejemplo de sistema político es el que se dio a través del pacto social, porque traspasó la frontera de las individualidades y se conviertió en un colectivo donde primaron los intereses de la mayoría, aun a pesar de las tensiones, las situaciones de conflicto internas o externas, lo que Easton llama intrasocial o extrasocial, o mejor aun las variables de inputs o outputs. No podemos negar que ese sistema en su momento generó la estabilidad que la mayoría esperaba, para conservar el equilibrio entre unos y otros.

Talcott Parsons, ya había hablado de lo que representaba el equilibrio para el sistema, cuando afirmaba que la estructura o sistema logra un equilibrio tanto con su entorno como dentro de sí. “Frente a una perturbación, la tendencia natural de todo sistema es conservar su equilibrio o recuperarlo” y argumenta que si, las fuerzas de cambio son demasiado poderosas; si la presión ejercida, desde fuera o desde dentro, sobre el sistema es demasiado fuerte, la ruptura del equilibrio entraña entonces, en la estructura del sistema, cambios cuya acumulación da lugar a estados cada vez más diferentes de la situación anterior tomada como punto de partida, y eso no pasó con México, por lo tanto, desde ese punto de vista, lo que vivió México no fue otra cosa que el resultado de un sistema político produciendo el efecto que buscaban sus líderes.

Cuando gobernantes como Manuel Ávila Camacho en 1943 decía que "El pueblo de México quiere pan, quiere tranquilidad, no quiere opciones electorales" posiblemente no lo decía en el mero sentido de ofrecerle a los mexicanos la posibilidad de que, estuvieran contentos si tenían para comer, olvidándose de otros aspectos importantes para la vida del Estado, como la salud, la educación, las vías de comunicación, por ejemplo, y los gobiernos, como lo hemos podido ver, lograron suplir esas necesidades, solo que a partir de los 70s cuando se da la explosión demográfica, ya no se trataba de atender a unos cuantos millones, sino al doble de millones de habitantes, y quizá en las proyecciones a largo plazo pudo estar la falla imperdonable del sistema.

Si quisiéramos decir que todo lo del sistema político mexicano desde la post revolución hasta las primeras luces del nuevo milenio fue malo, no tendríamos forma entonces de ver a México en la perspectiva del crecimiento y desarrollo que ha obtenido a lo largo del pasado siglo, por ejemplo. Así las cosas, tendríamos que admitir que el desarrollo no se vio, y eso no es cierto, tendríamos que decir que la economía se estancó, y eso no es cierto, tendríamos que decir que los procesos sociales se estancaron y eso no es cierto.

Lo que sí es cierto, es que el sistema en su momento, por la cerrazón de sus dirigentes, quiso seguir manteniendo un orden “establecido” al que nunca llegaron a pronosticarle una mayoría de edad para que madurara y expirara, eso lo fue entendiendo cada presidente a su modo, y a su modo desde Lázaro Cárdenas, comenzaron a hacer lo que ellos crean debía hacerse, bajo la tutela del partido en el poder, sin que tuvieran mayores espacios para moverse que los que ellos podían ir abriendo por sus propios medios, por eso quizá, es que se advierte que lo que se veía a través de la figura, eran más sus caprichos, tal vez porque era una de las pocas formas en que cada gobernante quería o sentía que debía aportar al sistema.

Vale entonces la pena destacar, que lo que hacía diferentes a los distintos presidentes de la época del viejo sistema político de México, eran entonces sus propias personalidades y no su visión política, que seguía siendo la misma, en la que solo se buscaba preservar en la figura presidencial la existencia del partido, y que, si acaso alguno difería del otro era en su personalidad, como el caso de Lázaro Cárdenas, quien sin duda fue un visionario a su modo, pero también un populista; o un Cortines, quien pudo haber sido más sensible a los problemas de corrupción, pero en su autoritarismo terminaba por borrar la existencia del mexicano del común.

Cárdenas delimita el poder del maximismo al poder presidencial, y busca unir a los obreros y repartir la tierra en su reforma agraria. El ejido es la forma natural de la posesión de la tierra frente a sus patrones, es un método para mejorar las condiciones del campo, aunque su gran misión es derrocar a los generales revolucionarios callistas que eran los latifundistas. “Con Cárdenas muchos parias han sabido que eran hombres...” su influencia en el pueblo fue decisiva, las clases sociales mexicanas por primera vez se sienten tenidas en cuenta.

COMO SABEMOS SI FUNCIONO EL VIEJO SISTEMA

Para muchos críticos del viejo sistema político mexicano, quizá nunca hubo un momento más importante que otro, y a la luz de los acontecimientos todos los momentos llevaban en sí el mismo objetivo, “conservar”, pero en la medida en que pretendían hacerlo debían abrir el espacio a nuevos elementos que la misma sociedad les exigía, de ahí que, tampoco es del todo cierto que el sistema estuvo alejado de los cambios y los transformaciones de cada época, así hubiera sido por situaciones coyunturales, como las peticiones campesinas, las demandas de los ferrocarrileros en o las exigencias del poderoso sindicato de los maestros en varias administraciones, todos y cada uno de estos episodios hacían que el sistema se moviera y de alguna manera avanzara.

Ahora, ese avance también obedecía a condiciones internas dentro del partido, se sabe que la figura del jefe máximo fue abolida y dio paso a una nueva generación de presidentes no atados a un funesta sombra que movía tras bambalinas los hilos del poder, en cambio, surgieron los “súper presidentes” a los que más tarde se describe como, “casi criaturas míticas”, debido a que, por la misma dinámica de su cargo y la necesidad de trabajar en favor de un solo partido, debían asumir prácticamente todos los roles del gobierno.

En este sentido podemos observar como también influyeron factores externos en la evolución, si se quiere lenta, del viejo sistema político, y un ejemplo de ello es tratar a toda costa no permitir que los movimientos influenciados por el comunismo sovietizo socavaran los cimientos de la sociedad mexicana, que sin bien logró llegar y ocupar un espacio en el colectivo de avanzada, no es menos cierto que de manera magistral supo controlarse; de ahí que México se mantuviera un tanto a la raya, sino al  margen de los emergentes movimientos socialistas producto de la revolución soviética y la revolución cubana y lo mejor de todo es que hubiera sobrevivido sin mayores sobresaltos a las serias amenazas que si pusieron a tambalear a otros países, con sistemas políticos mas abiertos.

Esto desde lo político, fue a mi parecer uno de los logros del viejo sistema, aunque otros lo vean y lo llamen reprensión, salvó a México de guerras intestinas caras, desgastantes y debilitantes lo mismo que de regímenes militares autoritarios y dictatoriales como los centro o suramericanos entre los años 70 y 80, aquí otro ejemplo de la cohesión, que alrededor del tema político logró el viejo sistema, no obstante, todo no pudo ser color de rosas, y en este ámbito lo mismo que se le aplaude se le puede criticar, y fue la concentración del poder, a lo que muchos llamaron, la “dictadura del PRI”.

En lo económico el proteccionismo y el consecutivo corporativismo, si bien no fueron las decisiones acertadas vistas ahora con la lupa de la historia, surtieron su efecto en una sociedad floreciente que buscaba vivir en paz y se le permitió en su momento. Y ese vivir en paz, no solo era en el plano de la tranquilidad familiar y de la protección que el Estado ofreciera, sino también en lo económico.

Ese fruto del pacto social y luego del corporativismo no fueron del todo desaceleradores del sistema económico, por el contrario, si el país hubiera experimentado un estancamiento en esa material, no podríamos entonces hablar de la prosperidad de los gobiernos de varios gobiernos, incluyendo al de Salinas de Gortari, cuando la nación experimentó momentos de bonanzas. En el gobierno de Salidas de Gortari, se llevó a la quiebra a muchas empresas para luego venderlas en procesos de licitación pública y obtener dinero de ellas, pero finalmente ese dinero se esfumaba del erario público, pero al mismo tiempo redujo la deuda pública externa en 1990, lo que la llevó a un nivel del 35%, en 1994 ya era solo del 24.8%, otro de sus logros más criticados fue haber firmado el tratado de libre comercio con USA y Canadá.

Cuando se habla de que la economía Mexicana creció en el sexenio de Salinas, estamos hablan do de uno de los protagonistas más representativos del viejo sistema político. Coyuntural o no, ese crecimiento favoreció a todos y si bien los recursos pudiendo haber sido mejor administrados, y mejor distribuidos habrían dado mejores resultados para el gobierno y para la población, aquí surge uno de los grandes agujeros, por el que más tarde se iría desgastando el sistema y el partido en el gobierno, aunque para ello se tardara todavía mucho tiempo.

Lo que valdría cuestionar en lo económico en el funcionamiento del viejo sistema político de México es si, en vez de actuar movidos por el populismo, lo hubieran hecho de manera racional y planificada como lo hizo Zedillo a finales de los años noventas, se habría podido evitar su decadencia y su continuidad se hubiera garantizado por más tiempo. Posiblemente la respuesta fuera negativa porque no solo se trataba de lo económico, sino también de lo político y con todo y los ajustes que ya se habían hecho, quedaban aun faltando mayores señales de inclusión.

En lo político: Un referente que me llama la atención en este aspecto es Salidas de Gortari, quien en su afán por establecerse en el poder y hacer los “cambios” para el desarrollo del país, modificó el artículo 130 para crear un nuevo concordato con la iglesia católica y con ello darles el derecho al voto a los curas, además ciertos “privilegios” que la iglesia ya no tenía sobre todo en el campo de la educación, se dice que esa fue una estrategia del presidente, con el simple propósito de ganar simpatía, y no cabe duda de que le dio resultados mediáticos, así se movían los líderes del PRI, así eran las movidas de la vieja clase dominante, pero este tipo de estrategias no eran nuevas, Luis Echeverría Echeverría también creó el FONADAN, FONART, CONACyT y dio un amplio apoyo al cine mexicano creando el Banco Cinematográfico, impide la llegada de científicos extranjeros en cuanto a investigaciones antropológicas e intenta acercarse con los intelectuales, a pesar de que no es de los mandatarios mejor recordados ni más queridos junto a Salinas,  pero actuaron con algún acierto político.

En esto vale señalar los acuerdos internos del partido, sus señales reconocidas por los dirigentes, los códigos de honor y sus exigencias, hicieron de la colectividad un verdadero engranaje en el que cada pieza debía moverse en su momento y en su espacio, ni mas allá para no invadir terreno ajeno, ni mas acá que no permitiera jugar cada quien sus cartas, esa disciplina, fue la que sostuvo prácticas como “el dedazo” o el “tapao”. Era un juego de poder hacia el poder, en el que cada movimiento estaba calculado.

En lo político, no cabe duda que el sistema respondía solamente a sus intereses y no a la colectividad y esa fue una de sus fallas, pero aun en este aspecto no hay que negar que se alió con quienes por otro lado le hubieran podido ejercer presión, y ellos eran los sindicatos, los dirigentes de las agremiaciones e incluso los gremios de los maestros, que en otros países fueron decisivos para generar los cambios que las sociedades exigían, y eso quizá no tiene mucho que ver con los acontecimientos del 68 en Tlatelolco, porque cada país a su modo ha tenido un episodio similar y sin embargo los movientes y sus líderes han continuado, aquí lo que se ve, es claramente una complicidad entre los gremios y el ejecutivo para conservar cada quien el poder a su conveniencia.

COLAPSÓ O SIGUE VIVO

Advertimos ya que las transformaciones del presidencialismo en México, y de alguna manera los cambios sustanciales que debían sucederse en el futuro próximo,  se iniciaron en 1970 con Luis Echeverría, luego de que ocurriera en 1968, la matanza de Tlatelolco,  que fue un punto clave para que se mostrara el descontento de las bases, especialmente la estudiantiles que a través de sus protestas y manifestaciones ya dejaban ver con claridad que algo no estaba funcionando bien dentro del viejo sistema político mexicano.

Sabemos también que los empresarios y el sector privado son quienes empiezan a cuestionar la figura del presidente y su poder, ante los hechos en los cuales se estaba empezando a perder el respeto por la figura en la medida en que se daban levantamientos guerrilleros, secuestros y asesinatos y claro, eso dio pie a que, las relaciones con los grandes empresarios comenzaron a deteriores por las medidas de expropiación de tierras y otras decisiones presidenciales que no les fueron favorables, como en el gobierno de Lopez Portillo, también apareció la evidencia de que no toda la elite del poder estaba alrededor del PRI, ello ya era un indicador de que, algo estaba por suceder.

Más tarde, como lo dice  Rogelio Hernández Rodríguez en su obra, La transformación del presidencialismo en México, Una Historia Contemporánea en México. Tomo II. Ed. Océano. México, 2005., pág: 110. Entre 1970 y el 2000 la figura del presidente paso a ser una de todopoderoso a una debilitada por limitaciones estructurales y la modificación de las prácticas tradicionales, pero eso no le valió para transformarse  en una institución más eficaz y moderna, ya que el PRI era quien controlaba casi todo, por eso el PRI era quien manejaba los hilos del poder y el del presidente, de ahí que esto hacía que su figura pareciera más grande de lo que en realidad era.

Todo esto amalgamado con esa larga historia de uso y abuso del poder presidencial y la influencia aun más hegemónica en los Estados, por supuesto que socavó los cimientos del viejo sistema político, a pesar de que, como lo hemos podido ver, en sus momentos más gloriosos pudo revestirse de elogios y mostró avances significativos en todos los aspectos de la vida nacional mexicana.

Seriamos mezquinos no reconocer que cambios tan sustanciales como el voto de las mujeres, la rebaja de la edad para sufragar a los 18 años, ciertas garantías constitucionales que se respetaron para preservar los estándares de equilibrio social, la tranquilidad relativa con que el país se enfrentó a factores externos, no fueron resultados positivos, como ya dijimos antes, no todo fue tan malo como se dice ni tan bueno como se esperaba, pero tuvo funcionalidad.

Luis Rubio, en su obra, El Sistema Político ¿Cambio y Evolución?, destaca lo que nos está llevando a concluir que sistema pudo evitar el colapso y aceptar un proceso evolutivo, quizá de mimetismo, Rubio, dice que hay tres importantes etapas, que a su modo de ver son vitales para entender mejor lo que ocurrió en México y las define así:

La primera parte analiza lo que ha cambiado en el sistema político, es decir, lo que empezó siendo el conjunto de cosas que identificó al sistema desde sus inicios, el camino recorrido y el lugar donde ahora se encuentra, incluso luego de haber entregado el poder en el año 2002 dando paso a la alternancia y quizá a lo que muchos ya le habían apostado como al cambio definitivo, que a nuestros días no ha sido tal.

En la segunda etapa estudia la dinámica dentro del PRI, que por supuesto es la que ha movido todo lo referente al poder y advierte que sigue siendo el principal factor del sistema, y esto es algo ya reconocido por todos los que han estudiado su funcionamiento desde la revolución mexicana, y una tercera parte describe el nuevo tipo de estructura política que se genera a partir de los cambios gestados desde su interior con el paso del tiempo y las circunstancias que lo han conducido  hasta hoy, en otras palabras, la forma como sistemáticamente fue adaptándose a cada época, superando sus propias tormentas y conjurando sus luchas internas.

Hasta este punto, valdría formularnos la pregunta nuevamente. ¿Colapsó o se transformó?, de lo que sí no hay duda, es que, como todo proceso humano el sistema político mexicano, tuvo un período de florecimiento, llegó a la cúspide, se mantuvo, empezó en un proceso de reajuste y en ese sentido sufrió golpes y recuperaciones cíclicas y finalmente entró en una etapa de decadencia, de eso no hay duda, pero a la luz de las actuales circunstancias históricas, vemos como se ha resistido a desaparecer, de la mano de uno de sus grandes inventos, como lo fue el Partido de la Revolución Institucional mejor conocido como el PRI.

A MANERA CONCLUYENTE

Los compromisos sociales surgidos al amparo de los arreglos constitucionales de 1917, luego tomaron forma cuando se estableció el Pacto Social, lo que no fue otra cosa que asumir con responsabilidad el devenir histórico de la nación a través de la concertación con todos los sectores de la vida nacional, siempre y cuando se mantuvieran los estándares de cooperación, sujeción y respaldo al gobierno, este Pacto Social tuvo su auge a mediados de los años veinte del siglo pasado hasta culminar con la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, tal como reseña  Luis Rubio en la página 506 de su obra antes mencionada.

La nación entonces fue testigo de cómo ese mismo Pacto Social y su caminar de la mano del PNR, tuvo sus años dorados de paz y tranquilidad entre el pueblo y sus dirigentes, mientras existió por parte del gobierno la capacidad de satisfacer los intereses de todos los agentes que participaban del sistema, y eso fue agrandando los costos de su funcionamiento y mantenimiento en el estado quieto donde lo quisieron mantener por décadas, tal situación llevó a que los beneficios esperados por parte del pueblo se disminuyeran, mientras la premisa, ahora de PRI, de tener participación a cambio de privilegios no garantizaba la paz social pregonada por los post revolucionarios, y menos entre un pueblo que había empezado a buscar alternativas en otras agrupaciones políticas.

Esto nos lleva a concluir que, aunque el sistema político se desgastó en cada época, durante los 70 años que pudo sostenerse al mando de la nación, logró acumular una gran experiencia y una disciplina de partido que bien o mal, muchas de las generaciones que la vivieron la siguen compartiendo, independientemente de si las mismas son las correctas o no, siempre y cuando sean las aceptadas por la mayoría.

En lo personal, luego de haber transitado por un lado pequeño de la historia del México de aquellos primeros años del siglo XX hasta llegar al siglo XXI con un aparente cambio, ratifico lo que en el cuerpo de este escrito ya había dejado expuesto como hipótesis, y es que, el viejo sistema político mexicano, no solo tuvo la capacidad de adaptación y preservación, sino que llenó para época el vacío que pudo haberse comenzado a generar entre la población debido a la falta de alternancia, y en este sentido, puede decirse que fue un acierto para el sistema y por ende para su partido unigénito.

A una orilla de esa historia que pareció escribir un nuevo capítulo en el año 2000, seríamos deshonestos sino reconocemos los acontecimientos del año 2012, luego de dos sexenios en los que la “alternancia”, en el poder regresa a las manos del PRI, dejándole al país un nuevo sin sabor, no tanto porque los resultados no han sido los esperados en materia política, económica y social, sino porque los conflictos internos y la inestabilidad en el ámbito de esa seguridad que el pueblo siempre buscó, parecen estar más resquebrajadas que antes. Tampoco debemos desconocer que ya los tiempos no son los mismos, advertir si son mejores o son peores, será tarea de la historia que ya ha comenzado a escribirse.

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BIBLIOGRAFIA:

1. EASTON DAVID  Categorías para el Análisis Sistémico
De La Política. Diez textos básicos de Ciencia Política- Autores varios

2. Luis Rubio: El Sistema Político ¿Cambio y Evolución? Páginas 505-536

3. Rogelio Hernández Rodríguez: La Transformación del Presidencialismo en México. En Ilán Bizberg y Lorenzo Meyer. Una Historia Contemporánea en México. Tomo II. Ed. Océano. México, 2005. Pp. 85-115.

3. "Ernesto Zedillo" Enrique Krauze. Colección "Los Sexenios". Clío-Televisa. (IZ77APARBL)

4. Soledad Loaeza. Gustavo Díaz Ordaz: El Colapso del Milagro Mexicano. En Una Historia Contemporánea de México. Ilán Bizberg y Lorenzo Meyer (Coordinadores).Tomo II. Ed. Océano. México, 2005. Pp. 117-155.

5. Carlos Salinas de Gortari: El Hombre que quería ser Rey". En Enrique Krauze. La Presidencia Imperial. Ed. Tusquets Editores. México, 1997. Pp. 419-459.

6. Enrique Krauze: José López Portillo "El Presidente Apostador". Colección Los Sexenios. Clío. (José López Portillo IZ77APARBL)