Saturday, October 11, 2014

Una historia soñada en el XXX Festival Nacional de Gaitas de Ovejas



 
Tan pronto los corazones dejen de aletear después del más reciente aguacero de octubre y se escurran entre sus serpenteadas pendientes las lágrimas del ausente, del ardor que le produce al viento su tránsito por la gaita, saldrán a los cuatro vientos las súplicas rendidas de todos los gaiteros, para anunciar desde los Montes de María a los confines olvidados del mundo que hay fiesta en Ovejas y que no hay hosquedad que se resista a los ritmos que mueven los tuétanos profundos del cuerpo hasta los laberintos terrenales del alma. Se habrá dado inicio al trigésimo Festival Nacional de Gaitas. Volverá a morir dentro de mí la esperanza de la redención anhelada, y no tendré más remedio que volver a respirar el aire prestado que me da la distancia, en estos amaneceres sin gallos, sin perros que ladran los últimos espantos de la madrugada, sin el tropel de quienes se afanan para irse de siembra, sin ese cielo azul transportando rebaños de algodón que se desvanecen sin prisa a la merced del viento; sin ese olor a café derramado en la soñolienta alborada que convierte en invisibles las sombras de la noche anterior y borra de un plumazo el claroscuro del viernes.


Irremediablemente advierto, que hay un lugar ahora donde confluyen todas las palabras, las voces, los cantos, las remembranzas, las imágenes vívidas de una niñez sin espejos; lampos de soledad donde antes se respiraba esperanza y música sin orígenes donde antes se detuvo el tiempo. Sin bitácora, sin rumbo, sin mapas imaginados, sin lupa que agrande lo infinito del verso, será cada melodía, cada suspiro, cada nota vibrada convertida en lamento y cada lamento convertido en canción. Así fue hace 30 años, la génesis en aquellos días acalorados, cuando al vaivén de un chinchorro, mientras se fumaba la tarde, Toño Cabrera Fontalvo convirtiera en realidad lo que para su hermano Manuel había sido una simple ocurrencia: Hacerle un homenaje a los gaiteros que se habían convertido en seres que simplemente vagaban, transformando en ritmos sus propias pesadumbres y en alegrías las tristezas ajenas.

Como testigos mudos—Me dice Toño a través de la infranqueable distancia--, “Aquí en la calle Las Flores, en la casa de Zaida, frente a Donaldo "el pato" es donde nació la idea”, empecinado en dar detalles del lugar como si quisiera reafirmar que no miente y que nadie tiene por qué abrogarse una autoría que no le corresponde. “Frente a Jeremías Romero, Hugo Romero”, advierte, y yo lo oigo sin interrumpirlo. Su voz como un chorro de agua llenando un recipiente vacío sigue siendo la misma a sus 67 años, y la forma como se esmera en describir los sucesos, como si dibujara una escena que lucha porque nadie olvide, tiene la fuerza del juglar que vive para contar lo que otros ya no recuerdan. Él no lo sabe, pero con solo oírlo me pone a divagar sin tiempo y sin espacio y me lleva a sentir lo que el trovador vallenato no pudo explicar de la mejor manera, porque yo también “esos momentos los viví, al fin y al cabo triste son, no  volverán nunca a existir, y eso me parte el corazón”. Y cuando vuelvo en mí nuevamente, Toño aún está ahí narrando la primera parte de su historia. “Pues sí, Mane me dijo, oye ven acá, y por qué no hacemos el festival de gaita. Si hay festivales por todas partes…y me quedé pensando”, dice en medio del monólogo y como si hubiera descubierto una pieza de memoria olvidada recuerda que pensó: “Nojoda, esa vaina a mí no se me había ocurrido...esa vaina hay que hacerla…!”

Al comienzo pocos lo apoyaron. “Nadie me acompañaba nadie paraba bolas, yo era en ese momento promotor de asuntos campesinos del Ministerio de Agricultura y me salió un contrato particular en el cerro de La Pita y yo dije: “eche…! esta es la oportunidad para hacer esto, porque ahora tengo la plata...vamos a invitá a la gente...vamos a reunirnos y hacemos el festival...la idea era hacerlo en las festividades patronales del 4 de octubre, porque para esa fecha se hacía la velación del niño dios y la velación de San Pacho...y cogimos esa fecha pa' eso”. Lo que sucedió luego no fue más fácil, pero sí más placentero para todos. Con un poco de dinero que le quitó al presupuesto familiar, se convocó a la primera junta del que llamarían Festival Nacional de Gaitas Francisco Llirene. “En  honor a Pacho Llire...que le quitaba el cuero al tambor y le ponía un pañuelo...pa’ ponerle misterio a esa vaina...” Lo que Toño no dijo, nos lo reveló su hija Tania desde Bélgica. “Mi papá se gastó la plata de un contrato que le dieron que era para hacerle unos arreglos a la casa que teníamos en El Coso, y finalmente la casa se quedó, sin puertas, sin pisos y sin ventanas…”

Yo no siento los años


Toño Cabrera Fontalvo, Toñito, como le dicen, es espigado, canoso desde temprana edad, bailador de gaita, parrandero, una herencia que ha trascendido generaciones en su familia. “Desde muy pequeño yo escuchaba la gaita de parte de mi papá...y mi tío Esteban en Pijiguay que llevaba gaiteros a su rancho para hacer fiestas y velaciones, yo en esa fiestas hasta vendía pan, ron y velas y eso me llegó tanto, porque yo sentía tanto la gaita y porque la siento tanto, eso me quedó gustando desde muy niño...”. Yo sigo embebido escuchando su voz, y visualizo el cadrizo donde estaba el chinchorro del que habla Toño, la casa verde biche de Zaida Pérez y la loma encima de la cual estaba la casa sin pintar de Jeremías, al lado de la casa de Donaldo Pérez, “el pato”. Veo al viejo Toño Cabrera, padre de esta dinastía vestido de blanco, con sombrero vueltiao, abarcas de cuero y cinturón negro, delgadito y cuidadosamente encajado moviéndose con lentitud como si lo llevara por gravedad el viento; oigo el sonido de su gaita “rompe chácara”, la algarabía de la fiesta; la jarana de los pelaos que gritan cuando corren en estampida y el silencio sin fin cuando se esconden para que nadie los encuentre; oigo el que vende los pescao’s fritos, el pregón del carretillero que ofrece la yuca nueva, los plátanos amarillos y verdes y los cocos; escucho a Ramona llamando al ñato, a César, a Hugo, a Nacho porque es la hora del almuerzo; me veo subido en la troja del “Laxol” el carro de Vicente Correa que se varaba en todas las esquinas; la radiola de Manuela Montes pidiendo baterías, todavía tiene fuerzas para tocar “La cachucha bacana”; Mingo el manco arrastra su pierna y su bastón por toda la calle vieja, mientras “El Nene” con sus ojos inmensos a través de sus lentas de fondo de botella, ofrece sus últimos quintos de la lotería de Bolívar…en fin, veo pasar la procesión de mi barrio entretanto Toñito sigue imparable el monólogo que socava mis huesos; huelo el olor a tabaco de las mujeres que pasan corriendo para sus casas como si el tiempo se les fuera entre las polleras sudadas por la faena del medio día; respiro el bollo limpio del fogón de mi madre sin un “ojo de maíz”, como ella misma se ufanaba en hacerlos, siento que he sido parte de todo aquello que hoy solo puedo extrañar cuando me queda tiempo, entonces me acuerdo que mi entrevistado sigue ahí contándome su historia.

“Para mí la gaita ha sido todo”, me está diciendo Toño cuando regreso a la vida. “Eso parece que hubiera sido ayer...no siento los años, lo que siento es nostalgia porque se ha perdido un poco la mística de la gaita...” Se queja, porque a los políticos no les importa la cultura sino los votos, y ninguno de ellos ha visualizado el festival como la tribuna de los gaiteros, tanto profesionales como aficionados, “es lamentable que otros aires les quiten espacio a los gaiteros...” me dice y luego reafirma: “La gaita ha sido algo especial para mi familia, todos estamos compenetrados con la gaita y todo eso es para mí muy halagador...quiero retornar a Ovejas con el mismo espíritu de poder contribuir al bienestar de la organización, de los gaiteros y de la música, se necesita gestión para que los gaiteros salgan adelante y recodárselo a los gobiernos,  local, departamental y nacional”. Sueña con que el festival sea reconocido como patrimonio cultural de la nación y  anhela seguir trabajando por conseguirlo. Luego como frase premonitoria me dice: “después del aguacero las aguas se escurren y todo va quedando seco...ahora sería buen momento para volver…” Y cuando dice eso, no solo me identifico con él sino que lo compadezco, Toño ha vivido los últimos años entre Holanda y Bélgica en un exilio del que dice, ha aprendido a bailar tango, pero la tierra nunca dejó de llamarlo ni él de seguir evocando aquello que nadie puede arrebatarle.

Antes de despedirnos, me doy cuenta que tengo el corazón fruncido y que me basta con saber que existo. Estoy convencido que Toño no habría cambiado jamás su tierra por Bruselas, Amsterdam, París, Roma o Berlín, que antes que trashumante preferiría haber sido ciudadano del mundo desde su propio universo de gaitas y tambores y que ahora, tal como me lo ha contado, nada lo haría más feliz que volver a aquellas tardes soleadas del eterno verano, cuando desde su chinchorro de fique, veía a Javier siguiéndole los pasos a su abuelo interpretando la gaita, a Tania subiéndose presurosa a los árboles del patio mientras María Asunción en medio de la ronda juega a la Marisola, sentada en su vergel, abriendo una rosa y cerrando un clavel. Cuando cuelgo el teléfono desde Atlanta y Toño lo cuelga en Ovejas, entiendo que esta conversación nunca tuvo un principio ni un final, que siempre estuvo y estará ahí en los lugares comunes de la mente, en el devenir de los días con nuevas y distintas madrugadas. Experimento la levedad terrenal con la que soy estremecido y me hago a la idea de que todo fue un sueño.


Rafael Navarro, Atlanta, octubre 10/2014.

Tuesday, October 30, 2012

Mi voto de rechazo…

Indiscutiblemente mi candidato para obtener mi voto en las elecciones presidenciales es Jaime Pérez, apenas tiene 15 años, sus padres lo trajeron desde Oaxaca México a los 8 años, vive en la ciudad de Lenox y quiere ser piloto, es menudo, su propuesta sobre cómo mejorar la economía y crear empleos no es muy clara, porque ahora solo está interesado en terminar sus estudios secundarios y poder ir a la universidad algún día…si lo dejan.

Jaime no tiene en su voz la fuerza de quien se atreve a mentirle de manera abierta a 300 millones de personas y pensar que todos quedaron convencidos, a penas si entiende que no haber nacido aquí ya comenzó a acarrearle problemas, cuando sus padres justamente lo trajeron fue para evitárselos allá donde nació. Pero es mi candidato fuerte.

Otro de mis candidatos para equilibrar la balanza por lo de la equidad de género, es Jasmín Ramírez Labarriaga, es una adolescente con cara de ternura que tiene entre ceja y ceja ser investigadora privada y algún día trabajar para la Agencia Central de Inteligencia—CIA-, la trajeron al país a los 5 años, ahora tiene 16 y la incertidumbre de no sentirse querida en un país que ella considera como suyo, porque no ha conocido otro, sino éste en el que ha vivido más de la mitad de su vida.

Pero también tengo otros candidatos por los que, ejercer mi derecho constitucional será más que depositar mi voto por alguien a quien considero idóneo o por lo menos apropiado para manejar este país, mi voto va más conducido por el corazón que por la razón y más aproximado al desespero del último recurso que a la certidumbre de un mejor mañana.

Paula de Lima, esa chica a la que por poco le toca recibir su grado desde una cárcel sin ser una criminal, es otra de mis candidatas, y lo son los hermanos Freiman y Zuleima, dos jóvenes de origen Maya que dejaron Guatemala cuando, como dice la Biblia, aun no sabían distinguir entre su mano derecha y su mano izquierda; también son mis candidatos, Rolando Zenteno, quien sueña con ser periodista y para no ampliar más mi abanico de posibilidades, cuento entre ellos a Estela Martínez, Dulce Guerrero, Gina Sánchez y todo ese puñado de soñadores que nos han revivido las ganas de volver a soñar con esa tierra con la que soñó Martin Luther King, donde las personas fueran juzgadas por la entereza de su carácter y no por el color de su piel.

Pero para completar mi abanico de candidatos por los cuales depositar mi voto, está Idalia Escobar, la viuda de Roberto Medina Martínez, el hombre que entró vivo a la cárcel de Stewart para ser deportado a México y de ahí salió sin vida, sin mayores explicaciones, Idalia es mi última opción, aunque ella representa a esas viudas y madres de huérfanos de un sistema que ha dejado de lado la piedad y la justicia y se ha encaminado por la intolerancia y el odio que hoy sufren millones de familias latinas en Estados Unidos. Por la muerte de Roberto, el hombre que compartió sus últimos años con Idalia, el gobierno federal le ofreció, mil 600 dólares a su hijo de 8 años, para que la mujer guardara silencio, se comprometiera a no hablar más con la prensa del caso y para que su hijo viviera cómodamente por el resto de sus días con menos de 2 mil dólares.

Esos son mis candidatos, porque el primero, Obama, Demócrata, el que ejerce la presidencia, no cumplió su principal promesa a la comunidad latina y en cambio se burló reiteradamente de ella y fue más allá, se convirtió en el presidente que más personas ha deportado, que más familias ha roto, que más huérfanos sin padre ha generado, que más viudas con esposos ha propiciado, que más lágrimas ha hecho derramar a los desamparados, que más represión a través de los programas 287 (g) y Comunidades Seguras ha propagado. Podríamos decir que, en su calidad de hombre negro de origen inmigrante, de clase media, de haber padecido en carne propia la falta de seguro de salud y de vivir de cerca el fenómeno de la inmigración ilegal, hubiera encontrado en los inmigrantes su propia forma de desquitarse con la vida.

Obama, no representa mis intereses económicos, porque ha maltratado a mi comunidad y durante su administración no solo se despojó al mayor número de familias de sus casas, sino que más familias se rompieron por las deportaciones, mientras el dinero se le daba a los bancos que muy poco hicieron para rescatar las propiedades mientras ellos se guardaban el dinero en los bolsillos.

Tampoco representa mis creencias, porque aun no estoy seguro de que no sea musulmán, y si lo es, su dios no es mi Dios  y eso nos distancia, pero también sus posturas liberales incentivan políticas que van en contra de lo que, incluso la naturaleza ha establecido, pasando la raya de lo inmoral, pero debo reconocer que no lo ha hecho a escondidas y que tiene sus argumentos para hacerlo. Yo no los comparto.

Reconozco que cuando llegó al poder encontró un país descuadernado en todos los sentidos, sumergido en dos guerras estúpidas en las que nunca debieron involucrarlo, y heredó de su antecesor el presidente Republicano George Bush una economía en ruinas, luego de mostrar superávit durante la administración del Demócrata Bill Clinton. Hay quienes quieren negar esto, pero hay también quienes quieren negar que el sol existe, de esos encontrará uno por todas partes. Obama, no es el tipo de hombre por el que yo votaría para estrenarme como nuevo elector en Los Estados Unidos.

Por otro lado tengo la opción de Mitt Romney, Republicano, de clase alta, no conoce las carencias, es el típico hombre arrogante multimillonario que no puede hablar de lo que no ha sufrido, que se llevó cientos de miles de trabajos para la China a través empresas que compraba, recuperaba y luego vendía. Un negocio honesto, sí, pero exterminador de empleos en su país de los que viven las clases media y baja a las que les quitó el pan de la boca por su ambición desmedida. Algunos le llaman un visionario hombre de negocios, otros un rico más de los que no tienen el menor empacho de pasar por encima de sus propias conciencias, si de conseguir dinero se trata.

Romney cuando fue gobernador de Massachusetts, impulsó un plan de reforma de salud, del que el presidente Obama tomó base para hacer uno nacional, pero ahora cuando es candidato a la  presidencia ha prometido quitarlo desde el primer día que se siente en el sillón presidencial de la Casa Blanca, si es que llega a ganar. Contradictorio y deshonesto, también ha prometido no aumentarle los tributos a los ricos, porque después a él mismo le tocará pagar más dinero y se ha negado a mostrar las declaraciones de impuestos de los últimos 12 años, como su propio padre lo hizo, siendo el generador de esa costumbre en las campañas presidenciales.

Romney, junto a la plataforma republicana y las bases del Tea Party que lo apoyan, ha prometido hacerle la vida tan miserable a los inmigrantes sin documentos, que el único camino que podrían tomar sería el de auto deportarse, o hacer como hacen los trabajadores de las factorías chinas que él tanto conoce, que desesperados por el stress de las largas y agotadoras jornadas laborales entran en un inexplicable desespero y se suicidan tirándose por las ventanas de los galpones donde se encuentran hacinados. Romney ha apoyado las leyes anti inmigrantes de Arizona y de otros estados, ha insultado a los inmigrantes tratándolos de limosneros, y se ha mostrado abiertamente en contra de una reforma compresiva e integral a las leyes de inmigración. Junto a las bases de su partido, criticó y dijo que vetaría la Acción Diferida para los Jóvenes que da un alivio a quienes no decidieron venir al país por su propia cuenta sino que fueron traídos por sus padres, en fin, si fuera por todo lo que dijo durante su postulación a la candidatura republicana, hasta podríamos decir que ese marcado odio por los latinos, no tiene otra razón que considerarnos como gente inferior que merece ser tratada como ratas, pero científicamente no tengo forma de demostrarlo.

Romney, tampoco es cristiano, pertenece a una secta en la que la figura principal de su culto no es Jesús, no obstante que se llame “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días”, si su dios no es mi Dios, estamos lo mismo que con Obama, entonces no entiendo porque quienes se llaman “cristianos”, dicen que es una mejor opción moral, si sus principios no son bíblicos y su libro mormón rompe con esa ordenanza bíblica de que a la Palabra no se le debe ni quitar ni añadir ni una jota. El que en algunas iglesias se quiera hacer ver que este hombre representa los verdaderos principios del cristianismo no quiere decir que lo sea y menos que sea el redentor de Los Estados Unidos, solo basta leer Jeremías 17: “5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. 6 Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

Por lo tanto ni Obama es el anticristo, ni Romney es el mesías. Como cristiano si tuviera que escoger por mis principios, no escogería a ninguno porque bíblicamente “no hay bueno sino Uno…”, pero esto no se trata de escoger un pastor, sino de elegir un presidente, y ambos pertenecen a la misma cuerda. Si tuviera que escoger entre los dos por lo que proponen, ninguno de los dos sacará al país de donde está ahora, y si tuviera que escoger por lo que han dicho sabiendo que no lo podrán cumplir, los dos tendrían que irse al carajo!

Pero los sueños de Jaime de ser piloto, o los de Jasmín de ser investigadora privada, merecen ser tenidos en cuenta, y Romney junto a la mayoría de los líderes de su partido Republicano, no han hecho otra cosa que mostrarles su desprecio, su odio y su deseo de que ellos junto a sus padres sean expulsados del país donde han dejado los mejores años de su vida, en todos los estados donde los republicanos gobiernan, como en Georgia, ese desprecio se ha esparcido por todos los rincones y esa hiel de amargura hoy invade a muchos corazones que por un lado “alaban” a Dios los domingos en sus iglesias y los lunes legislan para destruir al prójimo, como lo hace un David Casas, un Nathan Deal o un Mitt Romney, solo por poner unos ejemplos.

Mis candidatos, no me fallarán, y aunque ninguno de ellos se haya inscrito, haya hecho campaña o vaya a aparecer en las opciones electorales yo he decidido votar por ellos, porque sospecho que en el futuro de ellos está el futuro del país al que he aceptado como mi segunda patria, y porque estoy seguro que a pesar de las promesas no cumplidas de Obama y de su aspecto de musulmán, no ha llegado a destilar desprecio hacia mi gente, lo que sí ha hecho Romney y la mayoría de quienes le siguen y apoyan. Si fuera por los dos personajes en mención, yo no me tomara el trabajo de elegir porque los dos no me representan, ni los dos alcanzan si quiera a alentar mis expectativas.

Si he decidido, luego de una larga indecisión y sentimiento de ira, votar por Obama, no es porque se merezca mi voto, no es porque apruebe sus políticas liberales del aborto o incluir parejas del mismo sexo en la reforma migratoria como ya lo intentaron hacer en el fallido proyecto del año 2010, o porque me haya comido el cuento de que, no tuvo el apoyo de los republicanos para cumplir su promesa a los latinos, cuando tuvo senado y cámara a su favor por ser de su partido y le valió madre mi comunidad, tampoco creo que no haya podido suspender los aberrantes programas de deportaciones masivas que propician el perfil racial y la intolerancia…No, definitivamente este hombre no se merece mi voto, pero como he tenido que escoger, entre él y Romney que ha prometido hacer cosas peores desde el primer día que llegue a la Casa Blanca, no me queda otra opción que hacer uso de mi voto para rechazarlo y hacer uso de mi libertad de expresión para repudiar la intolerancia y la falta de respeto con que él y la mayoría de los republicanos, han querido truncarle los sueños a mis principales candidatos…por eso he depositado tempranamente y sin demora, mi voto por Barack Obama y que el Dios de Israel, bendiga a Los Estados Unidos de América!

Monday, October 15, 2012

EL SISTEMA POLITICO MEXICANO, ASCENSO Y DECADENCIA

Por: Rafael Navarro González

INTRODUCCION:
Empecemos por definir la materia fundamental de este ensayo al adentrarnos a los términos que se han dado por válidos en la definición el concepto central que nos ocupa; el Sistema Político y en esto vale la pena remitirnos a dos de los más célebres estudiosos del fenómeno, Robert Dahl y David Easton, para el primero, un Sistema Político “es cualquier modelo persistente de relaciones humanas que implique, en una extensión significativa, poder, mando o autoridad”.

A su concepto le asigna una serie de características sobre las cuales debe intervenir, entre ellas: el control irregular de los recursos políticos, la búsqueda de la influencia política; la desigual distribución de la influencia política; la persecución y resolución de objetivos en          conflicto donde el gobierno es el árbitro; el desarrollo de una ideología y la  inevitabilidad del cambio, es decir, que finalmente ningún sistema político puede, por todas esas variantes, ser estático.

Por su parte David Easton define como Sistema Político, a todas aquellas interacciones por medio de las cuales se asignan autoritariamente valores en una sociedad y son precisamente esas características las que lo distinguen de otros sistemas, llevándonos a generar valores de autoridad y funcionalidad en un ambiente específico, generando a su vez cohesión y estabilidad colectiva.

EL SISTEMA POLITICO PARA EL MEXICO POLITICO

Parafraseando a Dahl, México como cualquier otro Estado se inclinó por asumir un tipo de relaciones humanas guidado por la necesidad de preservar el poder, la unidad y la autoridad en su territorio, capoteando como lo han hecho todas las sociedades civilizadas, cada uno de los factores internos o externos que le amenazaran y ajustando a su vez, cada que era necesario los hijos que se deshilvanaban, antes de que pudiera ocurrir lo impensable. Esa es una de las tareas que cumple cada sistema político al momento de mantener la cohesión social. 

Pero vale entonces aventurarse a preguntarnos, si el sistema político que asumió México desde la post revolución mexicana hasta nuestros días, fue el adecuado o por el contrario, qué hubiera ocurrido si se hubiera inclinado por uno más liberal e incluyente, dadas las circunstancias que se movían alrededor de la vida cotidiana del continente afectado por las corrientes externas que lograron hacer mella en otros países de su misma edad republicana.

¿Benefició el sistema político mexicano a los mexicanos y a México?, por lo que hemos podido estudiar sí, y no, pero esa respuesta es facilista y hasta cierto punto ambigua, todos los procesos tienen sus dos lados, positivos y negativos, valdría mejor preguntarnos si fue más bueno que malo, o pudo haber sido mejor. En la medida en que transcurramos en el tema podremos darnos algunas explicaciones en las que, saldrán a la luz aspectos muy positivos a los que el México de la post revolución y el de la modernidad se vio enfrentado, de igual modo no faltará vislumbrar lo negativo dependiendo del cristal con que se observe.

Podremos decir desde ahora que el Viejo sistema político mexicano estuvo plagado de errores, que solo sirvió a sus propios intereses, que nunca tuvo la intención de diversificarse o por lo menos de darle oportunidad a otras corrientes de pensamiento, y todo eso es cierto, pero no es menos cierto que en su momento logró esa cohesión social que el país requería para desarrollarse, podríamos especular incluso, que quienes tuvieron la visión de prosperar fuera del sistema lo hicieron, y quienes solo se conformaron con recibir del mismo lo que les ofrecía se estancaron.

Pero hay mucho más por decir de este modelo que logró superar varios episodios históricos que a nivel continental tuvieron otro desarrollo, sin decir que fueron buenos o malos, pero de los cuales todavía se viven algunas influencias, como el caso de Chile con su protagonismo económico o el de Colombia con una guerrilla endémica que abrió los ojos cuando México conjuraba sus propios conatos de surgimiento.

Si nos atenemos a lo que aconteció durante y después del gobierno cardenista, tenemos un panorama más amplio desde el cual vislumbrar como el pacto social surgido a la par de la fundación del Partido de la Revolución Mexicana, surtió sus efectos en su momento, si tenemos en cuenta lo que expone Easton, cuando define al sistema político como el conjunto de variables independientemente del grado de relación existente entre ellas, un buen ejemplo de sistema político es el que se dio a través del pacto social, porque traspasó la frontera de las individualidades y se conviertió en un colectivo donde primaron los intereses de la mayoría, aun a pesar de las tensiones, las situaciones de conflicto internas o externas, lo que Easton llama intrasocial o extrasocial, o mejor aun las variables de inputs o outputs. No podemos negar que ese sistema en su momento generó la estabilidad que la mayoría esperaba, para conservar el equilibrio entre unos y otros.

Talcott Parsons, ya había hablado de lo que representaba el equilibrio para el sistema, cuando afirmaba que la estructura o sistema logra un equilibrio tanto con su entorno como dentro de sí. “Frente a una perturbación, la tendencia natural de todo sistema es conservar su equilibrio o recuperarlo” y argumenta que si, las fuerzas de cambio son demasiado poderosas; si la presión ejercida, desde fuera o desde dentro, sobre el sistema es demasiado fuerte, la ruptura del equilibrio entraña entonces, en la estructura del sistema, cambios cuya acumulación da lugar a estados cada vez más diferentes de la situación anterior tomada como punto de partida, y eso no pasó con México, por lo tanto, desde ese punto de vista, lo que vivió México no fue otra cosa que el resultado de un sistema político produciendo el efecto que buscaban sus líderes.

Cuando gobernantes como Manuel Ávila Camacho en 1943 decía que "El pueblo de México quiere pan, quiere tranquilidad, no quiere opciones electorales" posiblemente no lo decía en el mero sentido de ofrecerle a los mexicanos la posibilidad de que, estuvieran contentos si tenían para comer, olvidándose de otros aspectos importantes para la vida del Estado, como la salud, la educación, las vías de comunicación, por ejemplo, y los gobiernos, como lo hemos podido ver, lograron suplir esas necesidades, solo que a partir de los 70s cuando se da la explosión demográfica, ya no se trataba de atender a unos cuantos millones, sino al doble de millones de habitantes, y quizá en las proyecciones a largo plazo pudo estar la falla imperdonable del sistema.

Si quisiéramos decir que todo lo del sistema político mexicano desde la post revolución hasta las primeras luces del nuevo milenio fue malo, no tendríamos forma entonces de ver a México en la perspectiva del crecimiento y desarrollo que ha obtenido a lo largo del pasado siglo, por ejemplo. Así las cosas, tendríamos que admitir que el desarrollo no se vio, y eso no es cierto, tendríamos que decir que la economía se estancó, y eso no es cierto, tendríamos que decir que los procesos sociales se estancaron y eso no es cierto.

Lo que sí es cierto, es que el sistema en su momento, por la cerrazón de sus dirigentes, quiso seguir manteniendo un orden “establecido” al que nunca llegaron a pronosticarle una mayoría de edad para que madurara y expirara, eso lo fue entendiendo cada presidente a su modo, y a su modo desde Lázaro Cárdenas, comenzaron a hacer lo que ellos crean debía hacerse, bajo la tutela del partido en el poder, sin que tuvieran mayores espacios para moverse que los que ellos podían ir abriendo por sus propios medios, por eso quizá, es que se advierte que lo que se veía a través de la figura, eran más sus caprichos, tal vez porque era una de las pocas formas en que cada gobernante quería o sentía que debía aportar al sistema.

Vale entonces la pena destacar, que lo que hacía diferentes a los distintos presidentes de la época del viejo sistema político de México, eran entonces sus propias personalidades y no su visión política, que seguía siendo la misma, en la que solo se buscaba preservar en la figura presidencial la existencia del partido, y que, si acaso alguno difería del otro era en su personalidad, como el caso de Lázaro Cárdenas, quien sin duda fue un visionario a su modo, pero también un populista; o un Cortines, quien pudo haber sido más sensible a los problemas de corrupción, pero en su autoritarismo terminaba por borrar la existencia del mexicano del común.

Cárdenas delimita el poder del maximismo al poder presidencial, y busca unir a los obreros y repartir la tierra en su reforma agraria. El ejido es la forma natural de la posesión de la tierra frente a sus patrones, es un método para mejorar las condiciones del campo, aunque su gran misión es derrocar a los generales revolucionarios callistas que eran los latifundistas. “Con Cárdenas muchos parias han sabido que eran hombres...” su influencia en el pueblo fue decisiva, las clases sociales mexicanas por primera vez se sienten tenidas en cuenta.

COMO SABEMOS SI FUNCIONO EL VIEJO SISTEMA

Para muchos críticos del viejo sistema político mexicano, quizá nunca hubo un momento más importante que otro, y a la luz de los acontecimientos todos los momentos llevaban en sí el mismo objetivo, “conservar”, pero en la medida en que pretendían hacerlo debían abrir el espacio a nuevos elementos que la misma sociedad les exigía, de ahí que, tampoco es del todo cierto que el sistema estuvo alejado de los cambios y los transformaciones de cada época, así hubiera sido por situaciones coyunturales, como las peticiones campesinas, las demandas de los ferrocarrileros en o las exigencias del poderoso sindicato de los maestros en varias administraciones, todos y cada uno de estos episodios hacían que el sistema se moviera y de alguna manera avanzara.

Ahora, ese avance también obedecía a condiciones internas dentro del partido, se sabe que la figura del jefe máximo fue abolida y dio paso a una nueva generación de presidentes no atados a un funesta sombra que movía tras bambalinas los hilos del poder, en cambio, surgieron los “súper presidentes” a los que más tarde se describe como, “casi criaturas míticas”, debido a que, por la misma dinámica de su cargo y la necesidad de trabajar en favor de un solo partido, debían asumir prácticamente todos los roles del gobierno.

En este sentido podemos observar como también influyeron factores externos en la evolución, si se quiere lenta, del viejo sistema político, y un ejemplo de ello es tratar a toda costa no permitir que los movimientos influenciados por el comunismo sovietizo socavaran los cimientos de la sociedad mexicana, que sin bien logró llegar y ocupar un espacio en el colectivo de avanzada, no es menos cierto que de manera magistral supo controlarse; de ahí que México se mantuviera un tanto a la raya, sino al  margen de los emergentes movimientos socialistas producto de la revolución soviética y la revolución cubana y lo mejor de todo es que hubiera sobrevivido sin mayores sobresaltos a las serias amenazas que si pusieron a tambalear a otros países, con sistemas políticos mas abiertos.

Esto desde lo político, fue a mi parecer uno de los logros del viejo sistema, aunque otros lo vean y lo llamen reprensión, salvó a México de guerras intestinas caras, desgastantes y debilitantes lo mismo que de regímenes militares autoritarios y dictatoriales como los centro o suramericanos entre los años 70 y 80, aquí otro ejemplo de la cohesión, que alrededor del tema político logró el viejo sistema, no obstante, todo no pudo ser color de rosas, y en este ámbito lo mismo que se le aplaude se le puede criticar, y fue la concentración del poder, a lo que muchos llamaron, la “dictadura del PRI”.

En lo económico el proteccionismo y el consecutivo corporativismo, si bien no fueron las decisiones acertadas vistas ahora con la lupa de la historia, surtieron su efecto en una sociedad floreciente que buscaba vivir en paz y se le permitió en su momento. Y ese vivir en paz, no solo era en el plano de la tranquilidad familiar y de la protección que el Estado ofreciera, sino también en lo económico.

Ese fruto del pacto social y luego del corporativismo no fueron del todo desaceleradores del sistema económico, por el contrario, si el país hubiera experimentado un estancamiento en esa material, no podríamos entonces hablar de la prosperidad de los gobiernos de varios gobiernos, incluyendo al de Salinas de Gortari, cuando la nación experimentó momentos de bonanzas. En el gobierno de Salidas de Gortari, se llevó a la quiebra a muchas empresas para luego venderlas en procesos de licitación pública y obtener dinero de ellas, pero finalmente ese dinero se esfumaba del erario público, pero al mismo tiempo redujo la deuda pública externa en 1990, lo que la llevó a un nivel del 35%, en 1994 ya era solo del 24.8%, otro de sus logros más criticados fue haber firmado el tratado de libre comercio con USA y Canadá.

Cuando se habla de que la economía Mexicana creció en el sexenio de Salinas, estamos hablan do de uno de los protagonistas más representativos del viejo sistema político. Coyuntural o no, ese crecimiento favoreció a todos y si bien los recursos pudiendo haber sido mejor administrados, y mejor distribuidos habrían dado mejores resultados para el gobierno y para la población, aquí surge uno de los grandes agujeros, por el que más tarde se iría desgastando el sistema y el partido en el gobierno, aunque para ello se tardara todavía mucho tiempo.

Lo que valdría cuestionar en lo económico en el funcionamiento del viejo sistema político de México es si, en vez de actuar movidos por el populismo, lo hubieran hecho de manera racional y planificada como lo hizo Zedillo a finales de los años noventas, se habría podido evitar su decadencia y su continuidad se hubiera garantizado por más tiempo. Posiblemente la respuesta fuera negativa porque no solo se trataba de lo económico, sino también de lo político y con todo y los ajustes que ya se habían hecho, quedaban aun faltando mayores señales de inclusión.

En lo político: Un referente que me llama la atención en este aspecto es Salidas de Gortari, quien en su afán por establecerse en el poder y hacer los “cambios” para el desarrollo del país, modificó el artículo 130 para crear un nuevo concordato con la iglesia católica y con ello darles el derecho al voto a los curas, además ciertos “privilegios” que la iglesia ya no tenía sobre todo en el campo de la educación, se dice que esa fue una estrategia del presidente, con el simple propósito de ganar simpatía, y no cabe duda de que le dio resultados mediáticos, así se movían los líderes del PRI, así eran las movidas de la vieja clase dominante, pero este tipo de estrategias no eran nuevas, Luis Echeverría Echeverría también creó el FONADAN, FONART, CONACyT y dio un amplio apoyo al cine mexicano creando el Banco Cinematográfico, impide la llegada de científicos extranjeros en cuanto a investigaciones antropológicas e intenta acercarse con los intelectuales, a pesar de que no es de los mandatarios mejor recordados ni más queridos junto a Salinas,  pero actuaron con algún acierto político.

En esto vale señalar los acuerdos internos del partido, sus señales reconocidas por los dirigentes, los códigos de honor y sus exigencias, hicieron de la colectividad un verdadero engranaje en el que cada pieza debía moverse en su momento y en su espacio, ni mas allá para no invadir terreno ajeno, ni mas acá que no permitiera jugar cada quien sus cartas, esa disciplina, fue la que sostuvo prácticas como “el dedazo” o el “tapao”. Era un juego de poder hacia el poder, en el que cada movimiento estaba calculado.

En lo político, no cabe duda que el sistema respondía solamente a sus intereses y no a la colectividad y esa fue una de sus fallas, pero aun en este aspecto no hay que negar que se alió con quienes por otro lado le hubieran podido ejercer presión, y ellos eran los sindicatos, los dirigentes de las agremiaciones e incluso los gremios de los maestros, que en otros países fueron decisivos para generar los cambios que las sociedades exigían, y eso quizá no tiene mucho que ver con los acontecimientos del 68 en Tlatelolco, porque cada país a su modo ha tenido un episodio similar y sin embargo los movientes y sus líderes han continuado, aquí lo que se ve, es claramente una complicidad entre los gremios y el ejecutivo para conservar cada quien el poder a su conveniencia.

COLAPSÓ O SIGUE VIVO

Advertimos ya que las transformaciones del presidencialismo en México, y de alguna manera los cambios sustanciales que debían sucederse en el futuro próximo,  se iniciaron en 1970 con Luis Echeverría, luego de que ocurriera en 1968, la matanza de Tlatelolco,  que fue un punto clave para que se mostrara el descontento de las bases, especialmente la estudiantiles que a través de sus protestas y manifestaciones ya dejaban ver con claridad que algo no estaba funcionando bien dentro del viejo sistema político mexicano.

Sabemos también que los empresarios y el sector privado son quienes empiezan a cuestionar la figura del presidente y su poder, ante los hechos en los cuales se estaba empezando a perder el respeto por la figura en la medida en que se daban levantamientos guerrilleros, secuestros y asesinatos y claro, eso dio pie a que, las relaciones con los grandes empresarios comenzaron a deteriores por las medidas de expropiación de tierras y otras decisiones presidenciales que no les fueron favorables, como en el gobierno de Lopez Portillo, también apareció la evidencia de que no toda la elite del poder estaba alrededor del PRI, ello ya era un indicador de que, algo estaba por suceder.

Más tarde, como lo dice  Rogelio Hernández Rodríguez en su obra, La transformación del presidencialismo en México, Una Historia Contemporánea en México. Tomo II. Ed. Océano. México, 2005., pág: 110. Entre 1970 y el 2000 la figura del presidente paso a ser una de todopoderoso a una debilitada por limitaciones estructurales y la modificación de las prácticas tradicionales, pero eso no le valió para transformarse  en una institución más eficaz y moderna, ya que el PRI era quien controlaba casi todo, por eso el PRI era quien manejaba los hilos del poder y el del presidente, de ahí que esto hacía que su figura pareciera más grande de lo que en realidad era.

Todo esto amalgamado con esa larga historia de uso y abuso del poder presidencial y la influencia aun más hegemónica en los Estados, por supuesto que socavó los cimientos del viejo sistema político, a pesar de que, como lo hemos podido ver, en sus momentos más gloriosos pudo revestirse de elogios y mostró avances significativos en todos los aspectos de la vida nacional mexicana.

Seriamos mezquinos no reconocer que cambios tan sustanciales como el voto de las mujeres, la rebaja de la edad para sufragar a los 18 años, ciertas garantías constitucionales que se respetaron para preservar los estándares de equilibrio social, la tranquilidad relativa con que el país se enfrentó a factores externos, no fueron resultados positivos, como ya dijimos antes, no todo fue tan malo como se dice ni tan bueno como se esperaba, pero tuvo funcionalidad.

Luis Rubio, en su obra, El Sistema Político ¿Cambio y Evolución?, destaca lo que nos está llevando a concluir que sistema pudo evitar el colapso y aceptar un proceso evolutivo, quizá de mimetismo, Rubio, dice que hay tres importantes etapas, que a su modo de ver son vitales para entender mejor lo que ocurrió en México y las define así:

La primera parte analiza lo que ha cambiado en el sistema político, es decir, lo que empezó siendo el conjunto de cosas que identificó al sistema desde sus inicios, el camino recorrido y el lugar donde ahora se encuentra, incluso luego de haber entregado el poder en el año 2002 dando paso a la alternancia y quizá a lo que muchos ya le habían apostado como al cambio definitivo, que a nuestros días no ha sido tal.

En la segunda etapa estudia la dinámica dentro del PRI, que por supuesto es la que ha movido todo lo referente al poder y advierte que sigue siendo el principal factor del sistema, y esto es algo ya reconocido por todos los que han estudiado su funcionamiento desde la revolución mexicana, y una tercera parte describe el nuevo tipo de estructura política que se genera a partir de los cambios gestados desde su interior con el paso del tiempo y las circunstancias que lo han conducido  hasta hoy, en otras palabras, la forma como sistemáticamente fue adaptándose a cada época, superando sus propias tormentas y conjurando sus luchas internas.

Hasta este punto, valdría formularnos la pregunta nuevamente. ¿Colapsó o se transformó?, de lo que sí no hay duda, es que, como todo proceso humano el sistema político mexicano, tuvo un período de florecimiento, llegó a la cúspide, se mantuvo, empezó en un proceso de reajuste y en ese sentido sufrió golpes y recuperaciones cíclicas y finalmente entró en una etapa de decadencia, de eso no hay duda, pero a la luz de las actuales circunstancias históricas, vemos como se ha resistido a desaparecer, de la mano de uno de sus grandes inventos, como lo fue el Partido de la Revolución Institucional mejor conocido como el PRI.

A MANERA CONCLUYENTE

Los compromisos sociales surgidos al amparo de los arreglos constitucionales de 1917, luego tomaron forma cuando se estableció el Pacto Social, lo que no fue otra cosa que asumir con responsabilidad el devenir histórico de la nación a través de la concertación con todos los sectores de la vida nacional, siempre y cuando se mantuvieran los estándares de cooperación, sujeción y respaldo al gobierno, este Pacto Social tuvo su auge a mediados de los años veinte del siglo pasado hasta culminar con la creación del Partido Nacional Revolucionario en 1929, tal como reseña  Luis Rubio en la página 506 de su obra antes mencionada.

La nación entonces fue testigo de cómo ese mismo Pacto Social y su caminar de la mano del PNR, tuvo sus años dorados de paz y tranquilidad entre el pueblo y sus dirigentes, mientras existió por parte del gobierno la capacidad de satisfacer los intereses de todos los agentes que participaban del sistema, y eso fue agrandando los costos de su funcionamiento y mantenimiento en el estado quieto donde lo quisieron mantener por décadas, tal situación llevó a que los beneficios esperados por parte del pueblo se disminuyeran, mientras la premisa, ahora de PRI, de tener participación a cambio de privilegios no garantizaba la paz social pregonada por los post revolucionarios, y menos entre un pueblo que había empezado a buscar alternativas en otras agrupaciones políticas.

Esto nos lleva a concluir que, aunque el sistema político se desgastó en cada época, durante los 70 años que pudo sostenerse al mando de la nación, logró acumular una gran experiencia y una disciplina de partido que bien o mal, muchas de las generaciones que la vivieron la siguen compartiendo, independientemente de si las mismas son las correctas o no, siempre y cuando sean las aceptadas por la mayoría.

En lo personal, luego de haber transitado por un lado pequeño de la historia del México de aquellos primeros años del siglo XX hasta llegar al siglo XXI con un aparente cambio, ratifico lo que en el cuerpo de este escrito ya había dejado expuesto como hipótesis, y es que, el viejo sistema político mexicano, no solo tuvo la capacidad de adaptación y preservación, sino que llenó para época el vacío que pudo haberse comenzado a generar entre la población debido a la falta de alternancia, y en este sentido, puede decirse que fue un acierto para el sistema y por ende para su partido unigénito.

A una orilla de esa historia que pareció escribir un nuevo capítulo en el año 2000, seríamos deshonestos sino reconocemos los acontecimientos del año 2012, luego de dos sexenios en los que la “alternancia”, en el poder regresa a las manos del PRI, dejándole al país un nuevo sin sabor, no tanto porque los resultados no han sido los esperados en materia política, económica y social, sino porque los conflictos internos y la inestabilidad en el ámbito de esa seguridad que el pueblo siempre buscó, parecen estar más resquebrajadas que antes. Tampoco debemos desconocer que ya los tiempos no son los mismos, advertir si son mejores o son peores, será tarea de la historia que ya ha comenzado a escribirse.

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BIBLIOGRAFIA:

1. EASTON DAVID  Categorías para el Análisis Sistémico
De La Política. Diez textos básicos de Ciencia Política- Autores varios

2. Luis Rubio: El Sistema Político ¿Cambio y Evolución? Páginas 505-536

3. Rogelio Hernández Rodríguez: La Transformación del Presidencialismo en México. En Ilán Bizberg y Lorenzo Meyer. Una Historia Contemporánea en México. Tomo II. Ed. Océano. México, 2005. Pp. 85-115.

3. "Ernesto Zedillo" Enrique Krauze. Colección "Los Sexenios". Clío-Televisa. (IZ77APARBL)

4. Soledad Loaeza. Gustavo Díaz Ordaz: El Colapso del Milagro Mexicano. En Una Historia Contemporánea de México. Ilán Bizberg y Lorenzo Meyer (Coordinadores).Tomo II. Ed. Océano. México, 2005. Pp. 117-155.

5. Carlos Salinas de Gortari: El Hombre que quería ser Rey". En Enrique Krauze. La Presidencia Imperial. Ed. Tusquets Editores. México, 1997. Pp. 419-459.

6. Enrique Krauze: José López Portillo "El Presidente Apostador". Colección Los Sexenios. Clío. (José López Portillo IZ77APARBL)

Friday, July 6, 2012

Mi amigo en los Olímpicos de Londres, qué envidia santa!

Era una tarde de enero de 2009 y los últimos rayos del sol se reflejaban sobre las cristalinas aguas del lago Atitlán, desde donde aún la claridad del día dejaba dibujar a la distancia las sombras del volcán que lleva el mismo nombre, el que vigilia desde lo alto Ciudad de Guatemala; la lancha artesanal se mecía de lado a lado al vaivén de los vientos y en la cara de Joel había una sonrisa que no lo había abandonado en todo el día.


Joel, había estado en Atlanta por algunos años hasta el 2008, atraído por las fantásticas historias que contaban prósperos y atribulados viajeros que pasaban por la casa de sus padres en su natal Guatemala, y daban cuenta de la prosperidad y el éxito que se podía alcanzar en el norte, y a pesar de que había ido a la universidad a estudiar periodismo, sin concluir sus estudios, se vino para Estados Unidos en busca del sueño americano.

Atlanta se había convertido en algo así como la tierra prometida desde las olimpiadas de 1996, cuando para concluir los escenarios deportivos a tiempo--aquellos que mostraron la mejor cara de la entonces, insípida ciudad del sur, y la catapultaron como una metrópoli a la que todos querían llegar para ver fluir leche y miel de sus entrañas--, se necesitó de la mano de obra de gente indocumentada, mexicana y centroamericana en su mayoría. Y así empezó Atlanta su carrera con la frente en alto hacia el siglo XXI.

En el año 2000 se hizo el censo que por ley se lleva a cabo cada 10 años y los resultados en el 2001 fueron reveladores y trastornaron la vida del Estado. La comunidad inmigrante y especialmente la latina habían crecido más del 311% entre la década de los 90 y el inicio del nuevo siglo.

Para el 2004, el auge de Atlanta era tanto que las construcciones alborotaban la tranquilidad de los bosques aledaños y en menos de nada le daban paso a lujosos complejos de casas, apartamentos, centros comerciales, calles, caminos y avenidas, y la gente seguía llegando, y todos trabajaban y todos comían, y todos compraban y todos gastaban y todos invertían y todos pagaban sus impuestos, y todos hicieron crecer al Estado y a su capital, antes perdida en los vestigios de lo que el viento se llevó.

Joel Paz, era uno entre millones, llegó con visa, se le venció, tenía un buen trabajo, pero ya las cosas estaban cambiando, en febrero de 2006 el senador republicano Chip Rogers, presentó su proyecto de ley SB-529, o el “Acta de Cumplimiento para la Seguridad y la Inmigración”, la primera ley represiva en contra de los inmigrantes, ya no estaban renovando las licencias de conducir y a Joel le daba pavor imaginar que algún día pudiera ser arrestado.

En su carrera por cumplir su sueño como él pensaba que lo estaba haciendo, Joel  se las ingenió como millones lo han hecho para trabajar en lo que más le gustaba: el periodismo deportivo. Hizo parte de un proyecto de periódico dedicado al deporte que pintaba muy bien pero duró muy poco, luego comenzó a trabajar con el periódico La Visión y cuando tuve la oportunidad de compartir nuestra casa con él, ya no se imaginaba huyendo de su propia sombra por el temor que le daba vivir en un país donde por un mínimo error podía caer en una cárcel, su preocupación fue tanta que se dio un plazo para regresar a su país, y así lo hizo sin dudarlo.

En el 2008, Joel empacó sus maletas, nos dejó como obsequio una bandera de su país que aún hace parte de sus recuerdos y un tapete tejido en hilo con los colores que las mujeres indígenas Mayas llevan en sus vestidos. Hasta ese momento Joel no había tenido tiempo de vislumbrar su vida en un país con una tasa de pobreza del 52%; una pobreza extrema del 13.3%, y del que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia –Unicef-- advirtió que de los índices de desnutrición crónica que sufre la niñez en el mundo, el 48% afecta a los menores en Guatemala, por encima de su cercana Haití.

Joel, al igual que millones de inmigrantes había dejado de poner sus ojos en lo que él era capaz de hacer con sus capacidades, y como lo hemos hecho muchos inmigrantes hemos cerrado las puertas a toda posibilidad de reivindicación para nuestros países a los que nos rehusamos regresar porque, al igual que en la novela de García Márquez, nos hemos creído el cuento de que, esas estirpes condenadas a cien años de soledad no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra, y lo hemos dado por hecho.

Joel, nunca llegó a imaginarse que los grandes logros que la vida le tenía preparados no estaban en una tierra extraña donde ver una patrulla de policías le causaba vértigos y tener que imaginarse durmiendo en la loza fría de una prisión le crispaba los rincones escondidos de su alma, solo quería ser feliz, realizarse como persona, ser alguien, dejar huella…pero lejos de Guatemala.

En enero de 2009 cuando nos reencontramos en su casa de la colonia 10 de Ciudad de Guatemala, la vida de Joel no era la misma. Vivía en su país, tenía un trabajo estable en un periódico de circulación nacional; lo trataban bien, estaba contento, cubría deportes; salía de su casa desayunado con un tazón de chocolate caliente, panes recién horneados y huevos criollos, revueltos y cuando regresaba en la tarde lo esperaba una ración no menos apetitosa preparada como lo saben hacer las madres y las abuelas de nuestra tierra; atrás habían quedado los trancones de la urbe; los enredos migratorios, los sobresaltos, las angustias, los temores, la sensación de ser visto y descubierto; la zozobra de quien huye dentro de su propio cuerpo tratando de esconderse de los demás.

Durante los últimos cuatro años Joel ha tenido una carrera brillante. Terminó sus estudios universitarios y se graduó, conserva su trabajo que lo ha llevado por casi todos los países de Centro y Suramérica cubriendo eventos y justas deportivas de toda índole, todo eso sin deberle la vida a nadie, en su país, haciendo patria con su gente.

En estos momentos, Joel tiene en sus manos el tiquete de avión que lo conducirá a Londres, Inglaterra, donde por espacio de un mes estará cubriendo los Juegos Olímpicos que se inician el próximo 27 de julio; desde distintas ciudades del Reino Unido acompañará a la delegación olímpica de su país, un honor que no se hubiera ganado en Estados Unidos partiéndose el lomo como lo hacía en busca del gran tesoro del Tio Sam, del que muchos le habían dicho conocer sus coordenadas exactas.

Recordar a Joel en estos días es grato. Es sentir alegría por el amigo que acompañamos a soñar y al que animamos a retomar su camino de regreso a casa, porque teníamos la certeza de que en su país había cosas mejores para él que debía aprender a descubrir y así lo ha hecho con lujo de detalles, sabemos que un día de éstos nos tocará a nosotros el retorno y para ello estamos preparándonos desde el primer día que pusimos el pie en territorio extranjero.

Por el momento nos permitimos el pecadillo de la envidia santa, Joel, porque estarás en el lugar donde millones quisieran y eso te lo has ganado en tu país, luchando por tu futuro y dando lo mejor de ti para los tuyos…eso vale cualquier medalla olímpica…!


Rafael Navarro
Atlanta, Julio 6/2012